Según la Real Academia de la Lengua, "sistémico" hace referencia a lo perteneciente o relativo a la totalidad de un sistema, a lo global frente a lo local. En el ámbito financiero, se habla de riesgos sistémicos o de entidades sistémicas como aquellas que tienen la capacidad de poner en riesgo la estabilidad financiera, a la confianza de los inversores o simplemente el buen funcionamiento del mercado. Por esta razón, el mundo financiero y especialmente el bancario está fuertemente regulado.
La caída del servicio de las aplicaciones del grupo Facebook (Facebook, Whatsapp, Instagram) en todo el mundo durante más de 6 horas el 4 de octubre revela la importancia de esta red social en la vida de las personas.
Facebook es una compañía que vale $900.000 millones pese a la caída de casi el 5% en el mercado de valores. Facebook tiene el monopolio en redes sociales a nivel mundial con casi 3.000 millones de usuarios de sus adictivas aplicaciones que monetizan el flujo continuo de datos a través de su venta anonimizada para campañas publicitarias.
La sensación de tener varias horas las aplicaciones caídas es para unos motivo de relax, pero para otros es casi de vértigo. La mayoría de los usuarios consultan al menos una vez a la hora apps como WhatsApp, Instagram o Facebook, y por un momento llega el pensamiento de qué pasa si el servicio no se restablece o tarda varios días. ¿Qué sucedería si toda esa información que tenemos y que recibimos a través de estas apps estuviera varios días indisponible, o aún peor, se perdiera de la noche a la mañana?
Siempre podemos recurrir a sus sucedáneos (por ejemplo, Signal como réplica de WhatsApp, Snapchat o TikTok para Instagram, la propia Twitter), pero sería complicado y arduo recuperar la información perdida y esos contactos o conversaciones. Además, seguramente con limitaciones porque las funcionalidades son distintas, y además no dejan de ser redes con el mismo peligro de caída de servicio que ha sufrido Facebook.
La cuestión es que Facebook es demasiado importante en la vida de las personas como para ser obviada en un fallo como este, que puede pasar, pero que debería ser públicamente conocido por las autoridades.
Y es que Facebook, como todas las compañías BigTechs, no son compañías con regulación específica (como por ejemplo los bancos) y por tanto sólo dan cuenta de lo que sucede a los mercados de valores en los que sus acciones cotizan, a través de los llamados hechos relevantes y otras comunicaciones. Son los mercados entonces los jueces más inmediatos de los hechos. Además, pueden ser llamadas a testificar en comisiones parlamentarias como sucede con cierta frecuencia en el Senado de los Estados Unidos, y ello puede o no iniciar una acción regulatoria. De forma paralela, las autoridades de la competencia como la Federal Trade Commision de Estados Unidos pueden instar investigaciones, pero son procesos largos y lentos. Sobre el embridamiento regulatorio de las BigTechs se pronuncia de forma más amplia Enrique Dans en este artículo. El debate prohibición versus regulación aplicado al mundo de las criptomonedas también lo debatí recientemente aquí.
Y todo esto es así en Estados Unidos, el país sede de la mayoría de las BigTechs occidentales, con enormes mercados de consumo financiero y emprendimiento, y por tanto con gran capacidad de actuar regulatoriamente a través de sus agencias gubernamentales. Imaginemos la capacidad de acción de un país como España, o cualquier país europeo, mucho más dependiente e indefenso para pedir cuentas a un gigante como Facebook.
La cuestión es si debería ser así cuando estas compañías prestan algo que cada vez más se parece a un servicio casi público, por el tamaño de su audiencia y la importancia de la continuidad del servicio para las personas y para las empresas (muchas incluso han reducido sus "call centers" para atender a los clientes por WhatsApp).
El evento del lunes es especialmente grave para los proyectos futuros de Facebook, no solo para la confianza en el servicio actual. Facebook propuso la criptomoneda Libra, con el objetivo de al menos ofrecerla a los 1.700 millones de personas en el mundo que no acceden a servicios bancarios (o tienen un dificultoso acceso), proyecto ahora refundado como Diem para lanzar una criptomoneda con valor estabilizado ligado al dólar estadounidense. Se te puede caer una red de comunicaciones, pero no se puede caer una red de dinero digital con el carácter casi hegemónico y la fuerte competencia que una moneda emitida por la red Facebook representaría para el dinero fiat (euros, dólares, ...) que hoy usamos.
También Mark Zuckerberg ha anunciado que el futuro de Facebook pasa por el metaverso, una suerte de superapp donde a través de realidad virtual y aumentada, dispositivos como Oculus, móviles y criptoactivos pretende una inmersión aún mayor de sus usuarios en un mundo cada vez más virtual y menos físico.
- ¿Cómo pretende Facebook con su ya limitado crédito antes de la reciente caída de servicio abordar el futuro con sus actuales y futuras ambiciones?
- ¿Qué deberían hacer los gobiernos, especialmente el de EEUU, el único con real poder para instigar más competencia a través de una potencial fragmentación del imperio de Facebook?
La desaparición de Facebook, si se produjera, y me temo que no ocurrirá, sería una catástrofe económica por su enorme valoración económica, por el efecto arrastre de las otras grandes tecnológicas y porque no hay soluciones alternativas de forma perfectamente sustitutiva de forma rápida.
Cualquier reenfoque futuro de Facebook será gradual y más episodios como el actual seguirán ocurriendo, y no solo a Facebook. No queda más remedio que entender y aceptar que son parte del sistema y que éste ya depende de compañías como Facebook para su funcionamiento.
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