sábado, 3 de abril de 2021

Marruecos, el extraño vecino

Las relaciones de vecindad entre países nunca son simples. Precisamente porque la vecindad permanece a lo largo de los tiempos, se alternan períodos de tensión con otros de calma e indiferencia. Pero es inevitable por el tránsito de gentes, de ideas o flujos económicos que esas relaciones sean por mucho tiempo inexistentes.

España y Marruecos son dos países separados por apenas 15 km de mar en el Estrecho de Gibraltar, 102 km entre la costa marroquí y Fuerteventura, y comparten frontera terrestre con las ciudades españolas de Ceuta y Melilla. 

Pero mucho más separa a España y Marruecos. Sus fronteras son la intersección entre dos continentes, dos culturas e incluso dos climatologías. Dos bloques geopolíticos que tienen que convivir sobreponiéndose a sus diferencias y buscando intereses comunes. España, desde su pertenencia a la UE; Marruecos, como reino soberano dentro de su entramado asociativo con las potencias sunitas en del mundo árabe. 


"Marruecos, el extraño vecino", es el título del libro de Javier Otazu, en el que describe algunos de los rasgos que hacen de Marruecos un país singular, al que hay que conocer y respetar para relacionarse con él. La audacia política de Marruecos es incontestable y su asertividad en política exterior es creciente desde que Hassan II usó la Marcha Verde para apropiarse del Sahara Occidental. Y, especialmente durante el reinado de Mohammed VI, Marruecos no duda en enfrentarse con Naciones Unidas, Estados Unidos o la Unión Europea cuando tratan de imponer sus criterios en contra de los intereses de Marruecos. ¿Y cuáles son estos? Lo dice su lema "Dios, Patria, Rey", aunque quizá el orden no es el correcto. A continuación reseño algunos de los contenidos más llamativos del libro. 

El islam permea, como sucede en los países musulmanes, todos los aspectos de la vida social, económica y política de Marruecos. El islam es una forma de vida y el suní que se practica en el reino alahuita es crecientemente conservador y radical. Las más estrictas interpretaciones siguen vigentes en el Código Penal, en la Ley de Prensa y en el Código de Familia (Mudawana), estando tolerada la poligamia, los matrimonios concertados y efectivos con niñas menores de 15 años, o la prohibición de enseñanza de otras religiones como la cristiana o incluso cambiar del islam suní al chií. La sociedad marroquí es profundamente conservadora y el honor de la familia está por encima de consideraciones que afectan a los derechos de sus miembros.

Nótese la siguiente paradoja: sigue habiendo un estigma social asociado a mujeres que se casan habiendo perdido su virginidad, cuando a los hombres se les asume y tolera experiencia sexual previa al casarse, al tiempo que está perseguido el adulterio y la prostitución. 

No hay matrimonios con hombres extranjeros salvo que demuestren haberse convertido al islam de forma fehaciente, ya que solo el hombre traslada la condición de musulmán a los hijos. La desviación sexual está penada ya desde el propio texto coránico (pasaje de Lot y la destrucción de Sodoma y Gomorra). 

Sigue habiendo niñas esclavas que proceden de familias pobres de zonas rurales para servir de por vida en casas de marroquíes ricos como criadas a cambio de un salario para los padres.

La política está dominada por un sistema semi constitucional en el que el partido preponderante es el Partido para la Justicia y el Desarrollo (PJD) desde las primaveras árabes, de corte islamista pero moderado y sometido a la decisión del Rey en sus acciones principales. El gobierno tiene multitud de ministerios y el Rey los nombra a todos en la práctica y ha de aprobarlos, y particularmente se reserva el nombramiento directo de los titulares de las "carteras de soberanía" como son Interior, Asuntos Religiosos, Defensa y Exteriores, así como algunos "ministerios estratégicos" como Economía, Agricultura y Pesca.

El Rey Mohammed VI gusta de decir que reina y gobierna al contrario de lo que sucede en otras monarquías en Europa, y su figura es "inviolable" según la Constitución. Es la máxima autoridad religiosa, "príncipe de los creyentes" o Amir al-Mu´minin. Es por tanto, la máxima figura política y religiosa y todo el sistema político y social está construido en torno al culto, al respeto y a los dictados que emanan del rey y de sus hombres fuertes en la política, en el estado o en la actividad económica. La discrecionalidad y arbitrariedad es alta, dentro de que existe un sistema de normas que permiten la actividad privada, pero las decisiones pueden cambiar si vienen órdenes de arriba. La estructura del estado o majzen está presente en casi cualquier pueblo y barrio de ciudad a través de los moquadems, quasi funcionarios del régimen que informan de cualquier "violación de las buenas prácticas" al Ministerio del Interior.

Marruecos fue protectorado francés y español desde 1912 hasta su independencia en 1956, pero son fundamentalmente franceses los rasgos que más permanecen en la cultura marroquí. Las élites marroquís mandan a sus hijos a estudiar a Francia, hablan perfecto francés y es el idioma más hablado después del árabe y bereber. Es la forma de hacerse entender muy por encima del inglés y del español. Los intereses franceses en Marruecos son elevados, con varias empresas del CAC 40 presentes como Renault, Citroën, Saint Gobain, ... El propio Rey tiene un castillo en Francia, su madre vive en París y viaja con cierta frecuencia a este país. 

Por el contrario, las relaciones con España son más distantes, más ligadas a cuestiones como la agricultura y sobre todo la pesca (aunque las empresas españolas tienen crecientes inversiones en el país), y a la gestión de las migraciones que parten del norte de África y frente a las costas de las Islas Canarias. 

La postura de tácito apoyo de España a la autodeterminación del Sahara no ayuda en absoluto, ya que Marruecos lo considera innegociablemente marroquí y destina ingentes cantidades tanto dentro como fuera de Marruecos para propagar su legitimidad tras la invasión de 1975 con la Marcha Verde. Aparentemente, especialmente lobbies como el PSOE en España apoyan de alguna forma las pretensiones marroquíes, y decididamente lo hacen los distintos líderes políticos franceses, potentes aliados con silla dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. 

1 comentario:

  1. Excelente artículo, conozco bastante el País por distintos motivos, personales y profesionales.
    F Acedo-Rico

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