Hoy he venido al Museo Arqueológico Nacional (MAN) para, junto al busto de Marco Aurelio, recomendar la lectura de sus Meditaciones.
Resulta curioso ver cómo en el mundo actual, tecnológicamente tan desarrollado y con avances tan grandes en nuestro nivel y nuestra calidad de vida, caemos de forma tan frecuente en el síndrome FOMO (fear of missing out): al tiempo que aprendemos a hacer cosas de lo más diversas y complicadas, no somos capaces de “podar”. Siempre queremos más y no nos conformamos con lo que tenemos (o no nos damos cuenta de que lo tenemos, acaso por estar tan cerca). Sufrimos ansiedad, frustración, miedo, desilusión, cólera… insatisfacción en general. Por ello, necesitamos técnicas de concentración, de meditación, de atención plena, de escucha activa, coaching y mentoring que nos parecen toda una innovación, ¡pero que existen desde hace 2.300 años!
El estoicismo, fundado por el griego Zenón (300 a.C.) en la Stoa Pintada, un pórtico en el centro de Atenas, es el mejor ejemplo de cómo estas técnicas modernas ya se aplicaban en la Grecia clásica. Siguiendo su estela llegaron filósofos como Cleantes, Crisipio, Diógenes, Panecio y Posdionio. De los griegos pasó a los romanos, entre los que destacaron tres figuras muy diferentes entre sí: el profesor y consejero Séneca; el esclavo Epicteto; y el emperador Marco Aurelio[1], el último de los denominados “Cinco Buenos Emperadores”, el emperador filósofo, el intelectual en el poder que demandaba Platón.
Estoicismo
Meditaciones es un conjunto de apuntes privados que, como resulta lógico pensar, no fueron escritos para ser leídos por miles de personas tantos años después[2]. Lo que Marco Aurelio pretendía era asimilar las experiencias cotidianas y prepararse para las futuras, sobre todo las negativas. En estas anotaciones “recoge las principales ideas del estoicismo y trata de llevarlas a la práctica en su propia vida. El tema principal es cómo vivir, esto es, cómo llegar a comprender nuestro lugar en el mundo, cómo sobreponernos cuando las cosas no nos salen como nos gustaría, cómo manejarnos con nuestras pasiones, cómo comportarnos con el prójimo… Explorar qué cosas están bajo nuestro control y cuáles se nos escapan. El objetivo es alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales[3]. Es una terapia para la mente”[4].
En la lectura de Meditaciones podemos encontrar varios temas claves del estoicismo:
(1) Podemos controlar los juicios, los deseos y los impulsos. Nada más.
Nuestros juicios controlan, a su vez, nuestros deseos e impulsos, así que,
controlando los juicios, lo tenemos todo. Gran parte del sufrimiento es
consecuencia de nuestro modo de pensar. Debemos prestar atención a cómo
pensamos. La mayor parte de la infelicidad que experimentamos se debe a un
error de juicio, a la creencia de que controlamos cosas que, en realidad, se
nos escapan. Tenemos que aceptar lo que sucede y centrar nuestros esfuerzos en
aquello que sí está bajo nuestro control[5]
(2) Existe la percepción de que los estoicos buscan aislarse, pero no es verdad. “Los estoicos, al contrario de lo que se cree, no insinúan que debamos convertirnos en bloques de piedra”. Los estoicos opinan que los humanos somos, por naturaleza, animales sociales y políticos. Volverse “hacia dentro” busca más bien cultivar la virtud y la bondad de carácter, y evitar las emociones dañinas y antisociales. A un estoico en absoluto le son indiferentes el resto de seres humanos. El estoicismo no solo no nos desaconseja que nos metamos en política, sino que nos anima a estar a la altura del activismo y civismo más elevados. La renuncia a la fama de Marco Aurelio y su profundo agradecimiento al resto son una muestra un enorme sentido del deber y del servicio a los demás, como queda claro en las primeras líneas.
(3) Ser consciente de que hoy puede ser nuestro último día de vida. Este no es un consejo para vivir como si fuera a ser el último día, sino como si pudiera serlo. “Reflexionar sobre las posibles desgracias y representárselas sirve para estar mejor preparado para afrontarlas si (o cuando) llegan a suceder”.
Y termino con un gran aforismo de Marco Aurelio: “Lo que no es bueno para la colmena, no es bueno para la abeja”.
Vídeorreseña: https://youtu.be/Q-hyTIpKLHo
[1] De los
impulsores iniciales del estoicismo no queda ningún rollo de papiro; los textos
de los romanos sí consiguieron superar los pergaminos medievales y llegar a
nuestros días (y, con ellos, citas y resúmenes de Zenón, Cleantes, Crisipio o
Diógenes de Babilonia. Sirva este comentario para recomendar una vez más Elinfinito en un junco.
[2] Ello
puede provocar también que, en ocasiones, parezca que haya un poco de desorden,
con ideas repetidas en diferentes partes del libro.
[3] No es
difícil percatarse de la huella que esta alabanza a la pobreza dejó en la
tradición cristiana posterior.
[4] Sellars,
J. “Lecciones de estoicismo”. Taurus, 2021.
[5] “No somos libres de elegir lo que nos pasa,
sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo”. Ética para
Amador. Fernando Savater.
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(*) Quiero dar las gracias a José de la Peña, Domingo Senise, Enrique Titos, María José Gómez Yubero, Juan Perpiñán, Jaime Estévez, Sergio Martínez e Hipólito Álvarez por sus valiosas aportaciones durante la sesión del Club de Lectura Know Square. Muchas de las ideas que aquí resumo las he extraído de sus comentarios.
Gracias por el post. Llega con una reflexion que ayuda a ordenar prioridades. Util para la abeja y para la colmena.
ResponderEliminarBien visto: útil para todos :-) Gracias por tu comentario
EliminarMuchas gracias David por compartir tus reflexiones. Muy útiles para los momentos que estamos viviendo, son de gran ayuda para reforzar la confianza en nosotros mismos.
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