sábado, 1 de mayo de 2021

Sobre las decisiones que tomamos

"Cada uno experimenta de forma distinta lo razonable e irracional, igual que lo bueno y lo malo y que lo conveniente e inconveniente. Esta es la razón principal de que necesitemos la educación, que aprendamos a adaptar de forma acorde con la naturaleza el concepto razonable e irracional a los casos particulares. Para juzgar lo razonable y lo irracional cada uno de nosotros nos servimos no solo del valor de las cosas externas, sino también de nuestra propia dignidad personal. "

EPICTETO, DISERTACIONES DE ARRIANO, 1.2.5-7

Esta cita dentro del libro "Diario para estoicos" nos enseña que a través de nuestra educación, la que forja nuestro carácter, obtendremos ideas firmes y propias que sólo pertenecen a nosotros. Nos evitará relaciones nocivas, trabajos tóxicos, amigos interesados y una serie de males que aquejan a las personas que no han reflexionado sobre sus preocupaciones más profundas. 

Ser líder de tu propia vida es la recomendación acertada de reflexiones contenidas en libros como "Liderazgo ético",  o para evitar caer en el liderazgo burócrata dentro de nuestra vida como se explica en "Líder sherpa". El líder burócrata hace lo que es políticamente correcto o convencional con frecuencia autoeximiendose de la responsabilidad personal de sus actos. Dos botones de muestra trata de hablar de ese liderazgo irresponsable de nuestras acciones. 

El experimento de Milgram, contenido en el libro del propio autor, "Obediencia a la autoridad", donde un grupo de personas voluntarias que actúan como maestros se prestan al experimento de hacer preguntas a supuestos voluntarios alumnos (en realidad eran actores confabulados con el organizador del experimento). Si estos fallan en las respuestas, los maestros han de provocar una descarga eléctrica creciente en los alumnos, y los experimentadores, responsables del éxito del experimento, incitan a los maestros a aplicar las descargas, pese al dolor de los alumnos, ya que hay que finalizar el experimento. Hasta un 50% de los maestros continuó el experimento hasta el final y un 65% pulsó descargas con un nivel que provocaba dolor a los alumnos. 

Al final, se informó a los maestros que los alumnos no habían recibido descargas reales, pero el mal estaba hecho: algunos maestros sufrieron trastornos psicológicos, y se demostró el comportamiento humano cuando la autoridad te convence para seguir adelante. El experimento fue muy cuestionado.

El segundo lo brinda Hannah Arendt, una famosa filósofa política israelí del siglo pasado, conocida entre otras obras por escribir "Eichmann en Jerusalem". Adolf Eichmann fue el máximo responsable en la Gestapo de deportaciones y matanzas de judíos en campos de concentración. Escapó en 1945 de Alemania, fue secuestrado espectacularmente por el Mossad en Argentina, llevado a Israel para ser juzgado y fue sentenciado a muerte y ejecutado en 1961. En el proceso, el gobierno de Ben Gurion trató de representar a Eichmann como un monstruo sin alma, pero Arendt encontró un burócrata atribulado y soso que echaba la culpa a la maquinaria nazi e incluso llegó a decir en el juicio que "se había sentido engañado por el régimen", del cual él era parte importante. El caso Eichmann es uno de los casos más extremos de "hacer lo que haga falta sin importar el dolor que provoca."

Los dos casos ejemplifican circunstancias de comportamiento ante órdenes superiores que implican dolor a personas. Aunque el primer caso fué un experimento ficticio y el fué segundo trágicamente real, la pregunta es la misma:

¿Qué estamos dispuestos a hacer o hasta donde estamos dispuestos a llegar por sentirnos parte de un sistema? ¿Cómo podemos defendernos de las agresiones contra nuestro pensamiento para realizar acciones que están mal? De hecho, la cuestión es más bien ¿cómo construimos un pensamiento que nos blinde de acciones que socavan nuestra dignidad personal por mor de la corrección política? 

Ya lo dijo Epícteto, que vivió entre el año 50 y el 135 d.C. Fue un filósofo griego, tomado como esclavo en Roma, porque los esclavos eran buena parte de los enseñantes en Roma. Epícteto, pese a no ser de noble cuna, entendió que las armas del pensamiento y del saber están al alcance de todos si queremos alargar el brazo. 

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