¡Las sorpresas que te da la vida se producen cuando ocurre algo que no esperas! Recuerdo que cuando compré por primera vez "El infinito en un junco" el verano pasado tenía intención de regalárselo a mi madre, pero lo descarté tras un rápido ojeo y por su volumetría. Tras leerlo y reseñarlo aquí, me gustó tanto que he vuelto a comprarlo en su ya 28 edición con la firme pretensión de - ahora sí - regalar esta opera prima de Irene Vallejo a mi madre en la primera ocasión en que nos veamos. Que ha sido este fin de semana como regalo, retrasado, en su 88 aniversario.
Similar sorpresa me ha producido leer "Emocionarte" de Carlos del Amor, un libro corto que aun así se lee lento porque es una delicia arrastrarse por las explicaciones que Carlos realiza de 35 pinturas de los últimos 400 años, desde el Renacimiento hasta la etapa contemporánea. Cada pintura tiene su historia secreta detrás de la imaginación del pintor.
Si el libro de Irene es un homenaje a la historia de la transmisión del conocimiento y pensamiento a través del amor a los libros y a la lectura, el libro de Carlos ha significado para mí el reencuentro con la pintura a través de la lectura. La lectura nos permite acercarnos a esos mundos imaginados por los escritores que hablan a su vez de las historias de otros autores. En "Emocionarte" Carlos del Amor consigue, en mi opinión, contagiar a través de una buena escritura su pasión por la pintura.
De suerte que he sucumbido a la tentación de visitar las exposiciones de "Pasiones mitológicas" y de "Marinus" en el Museo del Prado y las he visto con una mirada diferente. Las historias posibles detrás de los cuadros ahora sí resonaban detrás de los trazos del pincel en los óleos y me comunicaban mejor con la intención del pintor.
En cada uno de los 35 cuadros, Carlos inventa una historia plausible de la representación y luego disecciona al autor, lo que fue o pudo ser su vida, su encaje en una tendencia artística, incluso su importancia en el momento social como pudo ser el caso de Rosa Bonheur. En cada cuadro, Emocionarte te transporta a ese momento y el cuadro casi llega a hablar con su mudo silencio, casi fusionando la lectura con la pintura.
Y es que pocas cosas hay más poderosas que la transmisión visual de las imágenes, y eso lo sabemos todos en un mundo conectado por pantallas digitales. Hasta que éstas llegaron, pinturas, esculturas o dibujos, junto con los propios libros eran la forma de transmisión e incluso de socialización y comportamiento en esa faceta que nos hace distintos de otros seres vivos: la capacidad de producir, apreciar y comunicarnos a través de las distintas artes. Y como pasa con el libro de Irene, el libro de Carlos te lleva a otros mundos a los cuales no hubiera llegado sin abrir esa puerta previa. Por ejemplo, aquí un par de fotografías de Eric Pickersgill, que nos habla de la incomunicación pese a la comunicación, en el capítulo donde Carlos analiza el cuadro "La casa junto a la vía del tren" de Edward Hooper, que muchos asociarán a su vez inmediatamente tan pronto lo vean con otro arte conocido.
Ahora entiendo mejor por qué podemos disfrutar viendo un cuadro, imaginar sus historias o incluso comentarlo en un grupo de arte, de la misma forma que comentamos una película en un cineforum o discutimos sobre un libro en un club de lectura. Pero siempre recomendaré lo mismo: nada sustituye la experiencia íntima y solitaria de la comunicación individual con la obra cuando se la mira con ojos atentos y no extraviados o con la mirada fugaz de quien pasa página sin más. Es el requisito previo para el siguiente paso.
Es difícil quedarme con un cuadro entre los 35 de pintores como Magritte, Van Gogh, Genovés, Goya, Dalí y así hasta el final de la lista elegida por Carlos del Amor, que no son precisamente los más conocidos de estos autores, lo que otorga un valor adicional a este libro, ya que Carlos ha tenido que rebuscar y conectar con las historias de obras quizá menos conocidas. Pero elijo con "El vagón de tercera clase", de Honoré Daumier (1864), que habla del nacimiento del proletariado en la época de la Revolución Industrial y donde hay un texto que reza "No hay nada peor que un pasado derrotado, un presente cabizbajo y un futuro dormido". Obsérvalo en este óleo.
"Emocionarte" ha conseguido que haga más visitas a museos y que me interese por el arte buscando la historia detrás de la obra, la intención del autor o el propio contexto en el cual la obra se realiza.
Ahora se habla de "transmedia" como la técnica de contar una historia a través de distintas plataformas digitales, una forma de envolvernos en narrativas aprovechando las distintas tecnologías hoy disponibles. Y yo me pregunto, ¿no son la pintura, los libros, la escultura o el buen cine formas convencionales transmedia que individual y colectivamente deberíamos de cultivar más?
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