lunes, 22 de noviembre de 2021

La teoría de Rawls y la máquina del tiempo nazi

"Cualquier tiempo pasado fue mejor", es un dicho que se atribuye en  un arrebato de nostalgia al poeta castellano del siglo XV Jorge Manrique de Figueroa en Coplas a la muerte de su padre

Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando, / cuán presto se va el placer, / cómo, después de acordado, / da dolor; / cómo, a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor”.

En el otro lado, un joven Joaquín Sabina canta con júbilo que "cualquier tiempo pasado fue peor".


La nostalgia es un sentimiento selectivo del pasado y, como tal, fuente de la memoria. Es una referencia para construir presentes y futuros. Nostalgia es añoranza, deseo de revivir. 

En este contexto, hoy hay personas que quieren  revivir momentos del pasado. Sucesos del pasado que se identifican como gloriosos, que según ellos deberían ser replicables, que deberían ayudar a construir nuevos futuros. Y entre ellos son especialmente peligrosos los que añoran etapas como el nacionalsocialismo alemán o el comunismo soviético, ambos revestidos de una irrealidad que paso a comentar en la famosa teoría de John Rawls, filósofo político estadounidense, a través del "argumento de la máquina del tiempo nazi".

Según ello, y ya que todos orientamos nuestros pensamientos por nuestra propia brújula moral de valores, podríamos someter a las personas que defienden en Alemania la vuelta a un estado nazi, como el partido de Alternativa por Alemania (AfD) liderado por Björn Höcke, a la posibilidad de volver a 1941 a través de una máquina del tiempo que les transportara a ese momento. Pero sólo con una condición: una vez llegaran allí, se reencarnarían en cualquier persona, sea Himler, Hitler, Hannah Arendt, Anna Frank, cualquier soldado ario con riesgo de morir despanzurrado en el frente soviético o cualquier conciudadano judío con riesgo de ser enviado a un campo de exterminio. 

Esta perspectiva es mucho menos atractiva, porque si algo tiene la nostalgia es ese sentimiento que lo que pasó ocurrió en aquel momento a las personas que lo vivieron, mientras que en el presente somos nosotros lo observamos desde nuestro momento. La incapacidad de ponernos en la piel de otros es una de las ponzoñas de la nostalgia. Sólo si empatizamos con los distintos puntos de vista podremos hacer un análisis correcto de las ventajas (en este caso de los inconvenientes) de momentos pasados. 

No cabe duda que hoy vivimos un momento convulso en la historia de la Humanidad. Sin pretender compararlo con episodios previos, es claro que las personas necesitamos ajustar nuestra brújula de valores para entender qué es lo correcto y qué no lo es. Nos encontramos con gobiernos más o menos capaces, que mienten u ocultan más o menos para conseguir su permanencia en el poder, siendo el extremo los gobiernos autocráticos o dictatoriales que poco a poco van arrinconando a las sociedades democráticas que se enfrentan a tendencias políticas populistas que van, en ocasiones, desde la oposición hasta el propio gobierno.

Estamos en una crisis económica derivada de los excesos del sistema capitalista sin freno, ante un endeudamiento provocado por una sociedad de consumo desaforada. Estamos ante un crecimiento de la desigualdad a nivel mundial, y también en el seno de los propios países como consecuencia de personas, empresas, o países que sacan desigual partido de la transformación que está provocando las nuevas tecnologías por todas partes. 

El populismo, o suma de recetas fáciles de solución de los problemas complejos, solo acumula problemas por la vía de la capitulación para hacer más fácil la vida a las personas sin pensar en las consecuencias futuras, es uno de los mayores problemas de nuestro momento actual. El recurso a la nostalgia de situaciones de luctuoso recuerdo es una mala solución. 

* La teoría de Rawls aparece citada en el libro "Etica para tiempos oscuros", del filósofo alemán Markus Gabriel, artífice de la teoría del nuevo realismo de los valores.

4 comentarios:

  1. Muy buena reflexión, sin embargo no comenta algo bastante obvio por desgracia cuando ciertas personas se muestran nostálgicas de un pasado, lo hayan vivido o no, y es que los momentos previos a ciertos acontecimientos luctuosos de la historia del mundo, léase la República de Weimar antes de la llegada al poder de un populista Hitler, o del caos que llegó a ser la Segunda República en España en los meses previos al golpe de estado iniciado por Franco en África... Que no seré yo quien justifique jamás ni la guerra civil de España obviamente ni el autogolpe de un Hitler elegido en unas elecciones democráticas... pero habría que pensar porqué se ha llegado a situaciones extremistas en ciertos lugares y momentos de la historia... y a lo mejor, en vez de empeñarnos, como solución simplista, sólo en acallar esos movimientos radicales que surgen ahora, habría que resolver la situación previa que hace que se lleguen a dar. En definitiva, no resuelvas el problema del loco metiéndole en el manicomio, haz lo que tengas que hacer para que no llegue a volverse loco... Y las situaciones de caos de ciertos paises hoy en día, desgraciadamente, y salvando la distancia temporal tecnológica etc... se parece probablemente demasiado a lo vivido en los momentos previos a esa Segunda Guerra Mundial u otras quizás más cercanas a nosotros...

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    1. Qué bien se añora el recuerdo selectivo de un pasado distante, y no digamos si ese pasado no es el propio, sino el contado o leído en la fuente más conveniente de cada casó.
      Qué bien se entienden los cuadros situacionales pintados por la historia. Es tan evidente lo que sucede, lo que supone, a dónde dirigen los hechos.
      Otra cosa es interpretar el cuadro desde dentro. El papel difícil es el de ese Velázquez pintando las Meninas desde dentro.
      Ni el atentado de Sarajevo hizo suponer a nadie la Gran Guerra, ni los disturbios previos del 36 hicieron pensar en una cruenta guerra jugada en casa. Lo de la 2 GM sí que parece que la andaban buscando… no tan grande, no tan cara, pero la Alemania de entre guerras estaba condenada a salir de su agujero económico y social y las teorías de supremacía que soportaban el colonialismo valían para justificar casi todo. Se ve que la paz de Versalles estaba regularmente tejida, como la anterior.
      En cuanto a justificar el conflicto, sobran los textos clásicos para justificar el levantamiento contra un gobierno, si le calificas de injusto. Ahí tenemos Vindiciae contra Tyrannus o el derecho a resistirse de Locke en el segundo tratado del gobierno civil.
      El mundo es dinámico, doloroso, inconcluso, para Heráclito o para Platón el movimiento es consustancial a la existencia. Y parece claro que en ese movimiento no bailaremos todos el mismo ritmo, en ningún caso.
      (José Montalvo)

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  2. No puedo estar más de acuerdo con tu comentario. El resolver toda la situación precedente que describes está en manos de los políticos, pero darle las llaves de la gobernabilidad a Hitler sí estaba en manos de los votantes, es decir en las de nuestros homólogos alemanes. No podemos repetir desastres del pasado aceptando propuestas de resultado ya conocido. Deberíamos aprender del pasado, intentando empatizar con el pasado sería la forma más constructiva de mirar hacia el futuro.

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  3. Interesante reflexión. En mi opinión, la palabra nostalgia no es adecuada en este contexto. Casi nadie de los que evoca esos tiempos los vivió, así que difícilmente pueden tener nostalgia. Creo que lo que echan de menos es una idealización de los momentos que les han contado, generalmente a medias, y cuya forma de vida fue justa por lo que saben. Por eso considero necesario explicar bien esos episodios, desde todas las perspectivas, como bien dice Rawls, para comprender, porque son etapas a las que no se quiere volver.

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