Cada persona o empresa opera por defecto con el dinero emitido por el estado del país donde acontece su vida y transacciones económicas. De forma creciente, la internacionalización de la actividad productiva ha acelerado los flujos de capitales en monedas distintas de la propia de cada país. Con la llegada de las criptomonedas y activos digitales basados en tecnologías como blockchain, el panorama de opciones se amplía, aunque el ritmo de adopción depende de cada situación.
DINERO, MONEDAS Y VALOR
El dinero es una parte esencial de nuestra vida. El dinero permite transacciones económicas como compras o ventas, ahorro, inversión o financiación.
"El dinero es el sistema de confianza sobre el que circula la actividad económica."
No es indiferente el país donde cada uno residimos de cara a la gestión del dinero. Los países con monedas tradicionalmente fuertes suelen tener ciudadanos más ricos. Es habitual que tengan superávit de ahorro interno (superávit por cuenta corriente), o una moneda atractiva en los mercados de capitales globales. Este último es el caso de EEUU, que es capaz de financiar su abultado déficit por cuenta corriente gracias al dólar (USD), la principal moneda de reserva mundial, presente en el 80% de las transacciones comerciales. Su credibilidad es, hoy por hoy, indiscutible, a menos que el mercado llegue a la conclusión de que la excesiva deuda emitida por el Tesoro de EEUU es sea problema y que los inversores globales comiencen a venderla. Pero en la actualidad no hay claras alternativas al USD como refugio monetario.
Los países con moneda débil responden no sólo a economías menos boyantes o débiles, sino que, además y, sobre todo, suelen padecer modelos de gestión política que lastran la confianza interna y externa en su moneda. Son países que han de recurrir a frecuentes devaluaciones o subidas de tipos de interés en sus monedas para hacerlas más atractivas para el capital exterior.
Aun así, estos países se resisten a abandonar su moneda y usar la moneda de otro país por varias razones. De una parte, puede resultar humillante, especialmente si es un país grande, admitir que una moneda extranjera es mejor que el dinero emitido por el propio, ya que implica una pérdida de confianza en sus políticos. En segundo lugar, se pierden los ingresos del señoreaje procedente de la emisión de moneda propia, que supone riqueza para el país sin coste de tipo de interés. Finalmente, la economía queda sujeta a las fluctuaciones del tipo de cambio y del tipo de interés de una moneda ajena que no puede controlar y que responde a las necesidades económicas del país emisor.
Sustituir la moneda propia por otra moneda es una decisión cuyas consecuencias económicas hay que prever para actuar, como lo demuestra la adopción del euro hace 20 años por parte de 17 países de la UE, con resultados económicos muy diversos en países como Italia o Alemania, derivados de su diferente estructura económica y financiera (además del tipo de cambio al que "entraron" en el euro). Admitir otra moneda fuerte en conjunción con la moneda propia puede implicar introducir un “caballo de Troya” en la soberanía monetaria de un país. Y sin embargo, algo similar lleva ocurriendo desde hace décadas con el recurso del “pegging”, vinculando la moneda de un país a una divisa fuerte.
"Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él."
LAS NUEVAS FORMAS DE DINERO
La aparición de las criptomonedas como bitcoin suponen una alternativa al USD como monedas de uso legal en los países con moneda débil y con pocas posibilidades de que ello cambie. Algunos países han usado de forma previa el USD como moneda complementaria de curso legal, conviviendo, o de facto sustituyendo, a la moneda nacional. Es el caso de El Salvador, que recientemente ha otorgado estatus legal a bitcoin junto con el USD , que sustituyó su moneda nacional (el Colón) en 2001.
“El dólar tiene la política estadounidense detrás, mientras bitcoin tiene su política programada de forma inmutable en su blockchain.”
Hay por tanto una posibilidad real de que criptomonedas como bitcoin se conviertan en monedas de curso legal para otros países (varios de ellos latinoamericanos) como lo aventura esta prueba de predicción de Coinmarketcap, lo que no significa en todos los casos que desaparezca la moneda local, cosa que sí ha sucedido en el caso de El Salvador.
Un caso interesante es Cuba. El peso cubano sigue en caída libre bajo la presidencia de Miguel Díaz-Canel y las sanciones impuestas por EEUU, entre otras medidas, prohíben el envío de USD a residentes cubanos, siendo las remesas de los cubanos de EEUU clave para el sostenimiento de sus familias en la isla.
Los residentes cubanos han de pagar cada vez más bienes no básicos con una especie de peso premium (antes llamado el peso convertible o CUC y ahora la "moneda libremente convertible" o MLC), que cotiza en mercado negro a 70 veces el peso cubano normal y que solo se puede comprar con monedas fuertes para captar divisas por imposición del gobierno cubano.
Al igual que en Venezuela, la moneda normal sufre una pérdida de poder adquisitivo galopante y cada vez más bienes se venden en tiendas estatales sólo a cambio de MLC o de monedas fuertes como la libra, el euro o el dólar canadiense.
Desde hace casi 2 años, la población cubana acepta bitcoins para vender sus pesos CUC o MLC. Esta bitcoinización de la economía es bienvenida por la apreciación del bitcoin y aún lo será más si sigue incrementándose la adopción y sube el precio. Es el recurso de países como Cuba o Venezuela a los que EEUU ha prohibido entregar USD, razón por la cual ni los bancos norteamericanos ni ninguno del mundo, ni los organismos internacionales pueden financiar (en dólares) a estos países.
Consciente de ello, Cuba acaba de aprobar una resolución para permitir el uso de criptomonedas como moneda de curso legal sometido a que los proveedores de servicios relacionados con la compraventa, la custodia, estén registrados en el Banco Central de Cuba. Cuba sería pues el segundo país que acepta bitcoin como moneda de curso legal en el mundo. Ser moneda de curso legal implica la validez jurídica, en caso de conflicto entre partes, de las transacciones entre partes liquidadas a través de bitcoin. Aunque los tribunales de justicia de estos países no son precisamente ejemplos de imparcialidad e independencia del poder político.
LA ADOPCIÓN DE LAS CRIPTOMONEDAS
Mi tesis es que en el futuro habrá cada vez más países que adoptarán otras monedas como curso legal, incluyendo criptomonedas; y otros, simplemente, no podrán evitar, en un internet sin fronteras, que sus poblaciones acepten una criptomoneda como bitcoin, aunque no tengan una regulación. Los países más preparados tecnológicamente tendrán la capacidad efectiva de prohibir su uso, como ha hecho China. Aparentemente, bitcoin tiene 200 millones de usuarios mundiales, con un porcentaje de la población inversora que llega hasta el 5% en algunos países.
Bitcoin es el principal candidato por ser la primera criptomoneda, pese a su volatilidad. Bitcoin es ya claramente un activo de inversión, y su apreciación y sistema de emisión programado es un incentivo para los habitantes de países acostumbrados a la inflación y al desplome continuo de sus monedas por la continua emisión. Quizá la duda más relevante para que la adopción continúe es precisamente que los países más grandes como EEUU, China, o la UE regulen negativamente las criptomonedas para evitar su uso. Algo que por otra parte cada vez parece más complicado.
Múltiples negocios, desde plataformas de pago como Paypal a fabricantes de automóviles como Tesla (o quizá en un futuro Amazon) aceptan o pueden aceptar bitcoin como medio de pago. No por ello sería moneda de curso legal en el país donde estas empresas operan, pero no sería ilegal, en tanto en cuanto tanto éstas como los consumidores paguen sus impuestos en el contravalor correcto entre bitcoin y la moneda local en cada momento en el tiempo donde se haga la conversión. Pero una adopción masiva sólo sería posible si las autoridades de los países grandes aceptaran bitcoin como moneda de curso legal (como el caso de El Salvador y ahora, de Cuba). Algo bastante poco probable, sobre todo por el carácter descentralizado y semianónimo de criptomonedas como bitcoin.
Entretanto, está por ver la evolución de las llamadas stablecoins, sobre todo las emitidas por parte de grandes tecnológicas como pretende Facebook con su proyecto Diem. Sin duda, si alguna vez son autorizadas, y más aún si toman curso legal, supondrán un auténtico paradigma monetario dada la capilaridad de sus redes de distribución. Stablecoins vinculadas al USD como es el caso de USDC se usan para enviar dinero a Venezuela ante la prohibición de enviar la moneda de EEUU.
Sin duda, vivimos tiempos monetarios interesantes y novedosos, donde si algo puede sorprender es la impredictibilidad y la velocidad de los acontecimientos.
(*) Este artículo aparece también en https://www.linkedin.com/post/edit/6838117867217567744/
Gracias por tu interesante publicación.
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