Divide y vencerás, reza el viejo dicho del estratega que se enfrenta a un enemigo más fuerte.
Pero no será en esta ocasión, cuando nos enfrentamos a la que sin duda va a ser la crisis económica más grave de España desde la Guerra Civil. No creo que sea alarmista cuando analistas como Martin Wolf del Financial Times o Gita Gopinath del IMF citan la crisis del Covid-19 como la mayor desde la Gran Depresión de 1929. Empecemos por reconocer la gravedad de la situación y no soñar con recuperaciones en V. Eso no va a suceder.
Una de las cosas que hemos aprendido desde este fatídico marzo de 2020 es que en situaciones de crisis el liderazgo de calidad importa, y que las instituciones públicas son la primera línea de respuesta ante las rupturas del mercado
Nos dirán que es una pandemia global y que todo el mundo está afectado. Pero es bastante obvio que hay países que lo están haciendo mejor y otros mucho peor y ello responde a la calidad de sus líderes para tomar medidas valientes e inteligentes de cara a cortar la propagación de la pandemia, determinar el número real de infectados y proteger en lo posible a personas y empresas en sus trabajos, patrimonio y negocios. El Covid-19 representa un golpe económico descomunal pero lo que importa es recuperar, lo más rápidamente y de forma lo más segura posible, el ritmo de actividad económica y social con precauciones claramente establecidas.
Y también nos dirán que necesitamos ayuda y solidaridad y que para eso está Europa. Pero no se puede negar el trabajo que están haciendo las instituciones públicas económicas en su intento de cortar la hemorragia económica que está afectando a casi todas las empresas, a sus trabajadores y a los autónomos y a los propietarios de las mismas, que son los mayores creadores de puestos de trabajo, de forma directa e indirecta. Estas instituciones públicas económicas son los "creadores de dinero y compradores de deuda" como la Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo, pero también ministerios de finanzas decididos que usan sus presupuestos públicos como el Departamento del Tesoro de EEUU o el equivalente en Reino Unido o Japón. Incluso esa Europa de la que todos nos quejamos cuando nos va mal a nivel nacional está haciendo un esfuerzo para que haya una solidaridad financiera condicionada a unas reglas de juego donde cada país haga sus deberes.
Pero se puede pedir muchísimo más a los líderes políticos que cortocircuitan con su incompetencia técnica, luchas de poder, o aún peor, con su ideología, la llegada del recurso vital del dinero hacia el tejido económico y social
Por tanto, es necesario un liderazgo competente, rápido, inclusivo, que entienda el diagnóstico del problema de salud y la estructura económica en España, y que sepa tomar las decisiones selectivas adecuadas (qué mantener y qué cambiar) y que sepa situar España en Europa, ayudar a rediseñar Europa para que sea más que una suma de intereses nacionales, y resituar España en Europa y en el mundo.
Si esto les parece difícil tengo que admitir que coincido, pero lamento decirles que no hay otra opción, o si acaso que la opción de no hacerlo es seguir bajando por la cuesta sin frenos. Porque hace tiempo que estamos bajando, porque la mejoría de la economía española desde la crisis financiera de 2008 es bastante ficticia. Y si no, díganme cuanto se han reducido nuestras deudas con el exterior, cual es el estado de salud de nuestras finanzas públicas con déficit público crónico por no hablar de la losa de las pensiones impagables, a menos que España se siga endeudando o subiendo impuestos o creando riqueza privada.
La estrategia de hibernación económica que inició el gobierno y que ya cité un otro post ha salvado vidas pero es un desastre económico. Y aunque vamos hacia una crisis inevitable, la acción gubernamental sí podía haber evitado parte de sus efectos. Cada día sin acción o con acción equivocada hace más difícil el día siguiente. La economía no funciona con las instrucciones de un "mando de control remoto" del gobierno que programa qué se abre y qué no se abre.
La economía es la capacidad de aguante de las empresas y de los autónomos sin facturar y consumiendo sus recursos propios y ahorros y sobre todo, sus expectativas de futuro. Es la capacidad de las personas de gastar y consumir en función de si tienen ingresos y trabajo y sobre todo si tienen expectativas de mejora económica. Y si no es el caso, las empresas o cierran o invierten menos, los autónomos cierran y las personas ahorran todo lo que pueden. Eso no es hibernación económica, es muerte por el cáncer del desaliento respecto al futuro
Lo primero es aceptar que estamos en una guerra y en la guerra hay bajas. Estamos en una guerra contra un virus, hay fallecimientos y habrá muchos más como consecuencia de la ruptura psicosociológica y económica derivada del Covid-19 y la gestión de la crisis. En la guerra económica en la que estamos y en lo que se avecina, habrá bajas inevitables y hay que hacer todo lo posible para que sean las mínimas. Ya basta de eslóganes del tipo "Haremos lo que sea, donde sea y como sea", o "De esta saldremos todos, y nadie quedará atrás". No es cierto.
Más que nunca #EsteVirusLoParamosUnidos es importante pero este eslogan será increíble si los líderes políticos no reconocen la gravedad de la situación y no toman medidas nacionales que permitan una vuelta a una nueva normalidad que nos saque de la hibernación y aceptando que habrá bajas. Y lo tienen que hacer de una forma valiente e inteligente, admitiendo las bajas y los errores.
Primero, no tiene sentido una sanidad descentralizada en todo lo que se refiere a la capacidad de testear casos y aprovisionamiento de materiales de prevención. Los intentos políticos de las CCAAs de ir por su cuenta ante la propia incapacidad del Gobierno central no tienen sentido. Llevémoslo al absurdo. Si una comunidad lo hace mal, ¿pueden entonces los municipios ir por su cuenta? ¿O los distritos dentro de los municipios grandes?
Segundo, se oye si la llamada "desescalada" que no es sino la vuelta gradual a lo que sea la nueva normalidad se puede hacer por comunidades autónomas o por provincias. ¿Ponemos controles en todas las carreteras o cupos de desplazamiento hacia zonas costeras este verano? ¿Creemos que la economía funciona con un mando de control remoto desde la Moncloa o desde el Ministerio de Sanidad? No, la economía es parte de un sistema complejo con muchas partes autónomas e interdependientes, incontrolables y si las aislas artificialmente se rompe el equilibrio.
Tercero, de forma comprensible, algunas comunidades o zonas con menos casos quieren proponer una vuelta a la nueva normalidad más rápida. Es un legítimo deseo de los políticos locales de devolver cierta normalidad a su población. Supongo que saben que sus economías y poblaciones están interconectadas con el resto del país, y con el exterior, y por tanto esa vuelta a la normalidad será por fuerza limitada. Pero entiendo su punto de vista, por fuerza parcial desde una perspectiva nacional, que es lo que importa a España.
Si dividimos las actuaciones (y en España la descentralización política que impone el estado de las autonomías en las decisiones de política nacional ha sido un lastre creciente y ya insoportable a lo largo de los últimos años) solamente iremos a peor como país, porque un país no es más que un ecosistema de partes interdependientes. Y aún peor si además la división se acrecienta por una orientación ideológica de las actuaciones de los líderes políticos
Seamos sinceros. Para salir de esta todos unidos tendremos que reconocer qué está mal y alcanzar un consenso nacional y no tolerar aproximaciones locales o autonómicas. Y aceptar que habrá bajas y que hay que buscar la mínima perdida posible para conseguir el máximo beneficio colectivo. ¿En qué se traduce esto?
El distanciamiento social ha venido para quedarse, aunque habrá distintos grados. Ahora comprendemos por qué los asiáticos llevan yendo con mascarillas por Europa. Pasaron por el SARS en 2003, por el MERS en 2014 y ello ha impregnado su cultura y su forma de relacionarse con la higiene (aunque este virus tenga origen en Asia y provenga de la insalubridad de sus mercados de animales).
Tenemos que devolver a nuestra economía y forma de vida una estructura donde la distancia social y la precauciones anti contagio sean la "nueva normalidad." Las empresas y las personas nos adaptaremos hasta que se encuentre una vacuna. Hay que usar la tecnología para trazar los contagios y para dar a las personas y a las empresas herramientas para que sepan donde está el rastro de su enemigo, que no son las personas portadoras, sino que es el Covid incrustado en los organismos. Ello permitirá atender a quien lo necesita y que el resto salga lo más rápidamente posible de esta hibernación forzada.
Si los líderes políticos siguen permitiendo y trabajando con la división de iniciativas y no aplican actuaciones sensatas que den herramientas y no imposiciones a empresas y personas todos perderemos
Necesitamos herramientas y confianza en los datos, las decisiones y los criterios de los líderes nacionales que hoy toman las decisiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario