Este
libro ayuda a hacer ese viaje, guiados por uno de los paleontólogos de
referencia internacional. Y no hace falta ser un experto: lo que es más útil es
su capacidad pedagógica. Estamos ante un divulgador, una figura de enlace
imprescindible en todas las áreas de conocimiento entre los expertos y los que
queremos saber.
De las múltiples ideas que aporta, me
quedo con una que tiene una aplicación al mundo empresarial y que creo que no
se utiliza correctamente. No es que las
especies nos adaptemos para sobrevivir, sino que son las adaptadas las que, por
selección natural, sobreviven. Darwinismo
(lo que se produce en los seres vivos) vs evolucionismo.
Esta segunda era la tesis de Lamarck (antes de que se supiera nada sobre
herencia genética), que resultó ser falsa para los seres vivos… ¡pero no lo es
para las empresas! Estas sí deben
dirigir su evolución si quieren sobrevivir, lo que es compatible con que
algunas, por cambios en el entorno, sobrevivan sin que hayan hecho nada,
simplemente porque resultan estar adaptadas. Es decir, en el mundo natural solo se produce el darwinismo; en el empresarial,
sobre todo, el evolucionismo, pero también, aunque mucho menos, el darwinismo. Y
en ambos casos, la ruta no es lineal sino arbórea, con muchas ramas. Y se
observan “convergencias adaptativas”.
Las especies no saben lo que tienen que
hacer para sobrevivir en el futuro, simplemente lo hacen (o no) y luego las
transformaciones en el entorno les favorecen (o no). Es el denominado
“principio de objetividad de la naturaleza”. Ni proyectos, ni fines, ni planes.
“La evolución inventa sin proponérselo. Son
las circunstancias ambientales las que dirigen la evolución, no la voluntad de
los organismos. La selección natural es un mecanismo ciego”. Pero las
empresas (o sus directivos) sí saben (o deben saber) qué cambios tienen que
hacer para sobrevivir y “provocar mutaciones” que les permitan adaptarse (en
las especies esas mutaciones se producen de forma aleatoria, y es a posteriori cuando
se revelan haber sido claves para la selección natural[1]). “Los humanos aprendemos de los éxitos tanto
como de los fracasos, pero la evolución solo aprende de los éxitos. No hay
segundas oportunidades en la selección natural. El que nace con una
constitución inadecuada está condenado a no tener descendencia”.
Así pues, puede ser que ciertas empresas
sobrevivan porque tienen una serie de características (darwinismo), pero la
mayoría tienen que cambiar para sobrevivir (evolucionismo). Aunque siempre hay excepciones, como en la naturaleza. Son
las que podríamos denominar “empresas
lamprea” o fósiles vivos[2]. En
teoría, son los perdedores de la evolución. Sin embargo, sorprendentemente y
sin apenas haber experimentado ninguna modificación en los últimos años
(cientos de millones de años) han conseguido llegar hasta aquí (¡y encima la
lamprea es un parásito!). Pero son eso, excepciones. Si no hay evolución, las
especies y las empresas, se extinguen (“el
censo de especies y empresas desparecidas supera en mucho a las supervivientes”).
En las primeras, ese motor del cambio sucede sin plan. En las segundas, el plan
parece imprescindible.[3]
Y un último apunte. En paleontología se
llama “exaptación” a una
preadaptacion, es decir, a un cambio que se produce en la especie y que, en ese
momento, no tiene utilidad. Pero pasa el tiempo y resulta que aporta una
ventaja en la adaptación. Es un ejemplo de “nunca se sabe para lo que podemos
usar esto en el futuro” o “esta inversión que inicialmente estaba prevista para
esta función, al cambio de tiempo nos es útil para esta otra”. Clave, también,
en la gestión empresarial, sobre todo cuando hablamos del I+D+i y de la
inversión en formación de los empleados.
[1] Neodarwinismo: la selección natural es el motor del cambio (Darwinismo) pero las mutaciones aleatorias que se transmiten en los genes son clave (Mendel).
[2] Término
acuñado por Charles Darwin.
[3]
Sí, efectivamente, a veces los ganadores de la evolución se extinguen en masa
sin que quede uno solo. A los dinosaurios les pasó hace 65 millones de años. Un
meteorito (una disrupción desde el exterior) de 10 km de diámetro acabó con
ellos. “No todos los paleontólogos están de acuerdo en que los dinosaurios
dominarían la Tierra hoy en día si no hubiera sido por ese bólido que se
estrelló contra nuestro planeta”.
(*)
Quiero agradecer a Diego Cuasante sus comentarios, no solo para escribir esta reseña, sino a lo largo de los
últimos 25 años. Ha sido una de las mejores fuentes de inspiración para
entender cómo la naturaleza sirve para entender el mundo empresarial.
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