lunes, 8 de octubre de 2018

Historias e Historia de España

Según uno de los pensadores del momento, Yuval Noah Harari, los mitos y las creencias son parte de los órdenes imaginados que han permitido cooperar y evolucionar a los humanos a lo largo de su historia.

Poco ha importado en muchas ocasiones que lo que nos contaran fuese o no verdadero y lo cierto es que la manipulación de la verdad tiene una amplia biografía: ser poderoso y decir la verdad son dos caminos que se separan con rapidez. La frase atribuida a Goebbels, el artífice de la propaganda nazi, lo expresa sucintamente: "Una mentira contada una vez sigue siendo una mentira, pero contada mil veces se convierte en verdad".

A los humanos nos gustan las historias más que la Historia. Un historiador es un investigador de la Historia, un científico en su materia, casi aséptico ideológicamente. Sus conclusiones son las que provienen de sus fuentes, que han de ser relevantes, múltiples y plurales, y han estar a disposición del lector obstinado en profundizar. ¿Por qué nos gustan más las historias que la Historia? Porque cuesta menos creer que cuestionar. Y eso lo saben los que ejercen el poder. 

Para leer sobre la Historia de España, uno de los países con historia más larga, variada y de impacto en el mundo (aunque también convulsa y en permanente revisión), es prudente recurrir a autoridades como el hispanista estadounidense Stanley G. Payne, cuyo reciente título "En defensa de España, desmontando mitos y leyendas negras" parece especialmente oportuno en el momento actual. Leer a Payne no sólo asegura un rigor demostrado a través de sus múltiples libros sobre España, sino que además aporta una solvente perspectiva comparada. Payne es meticulosamente defensor de los méritos, conocedor de los detalles, y tajante en los errores cometidos durante la historia de España.



Si siempre es bueno reconocer la historia como relato que vertebra conocimiento y sensaciones compartidas, el momento actual de España es especialmente propicio para este ejercicio. Situaciones como el conflicto con Cataluña, las sucesivas iteraciones de la memoria histórica y más recientemente la exhumación del cadáver de Franco y la conversión del Valle de los Caídos en un lugar de reconciliación o cementerio civil nos fuerzan a reflexionar sobre la verdad de historia de España. Pero lamentablemente la historia no está de moda en los planes de educación. A esta marginación de la historia contribuyen lo que Payne llama el presentismo y la corrección política.


El presentismo afecta sobre todo a los jóvenes, que entendiblemente quieren miran más hacia adelante que hacia atrás, y más cuando escuchan la algarabía constante del desacuerdo de sus mayores sobre la materia. La corrección política, el postmodernismo o progresismo de pensamiento único, niega la verdad investigada de lo que pasó. Podemos entender ambas actitudes, pero ninguna es justificable porque siempre tenemos opciones porque podemos aprender si queremos y evitar caer en errores pasados.

El presentismo y la corrección política forjan cada vez más la conciencia de millones de personas cada vez más indefensas ante las historias que cuentan los nuevos arquitectos del pensamiento.

Frente a la elocuencia de los defensores del postmodernismo, las derechas de la política española han exhibido una argumentación dialéctica muy mejorable, unido a la rotura por los partidos de izquierdas del pacto de la Transición, según la cual la historia se dejaría a los historiadores y no sería nunca más arma arrojadiza en el debate político español. A partir de 1993, los partidos de izquierdas volvieron a etiquetar de franquistas las propuestas contrarias a sus intereses. Los historiadores como Payne, Santos Julia, Fernando García de Cortazar, Juan Pablo Fusí, Julio Aróstegui, o José Alvarez Junco entre muchos otros ya no son la referencia. 

"En defensa de España, desmontando mitos y leyendas negras" busca (partiendo de un repaso histórico de la complejidad en la construcción social y política de nuestro país) profundizar sobre el origen de las reacciones de temor, envidia y e incluso desprecio de las principales naciones avanzadas de Occidente hacia España, imagen que incluso españoles como fray Bartolomé de las Casas contribuyeron a alimentar.

Lo que hoy es España:
  • Fue lugar de colonización de fenicios hace más de 3000 años, que fundaron Gadir, actual Cádiz.
  • Fue invadido por Cartago en el curso de las guerras púnicas, dejando ciudades como Cartagena.
  • Fue pieza clave del Imperio Romano, con emperadores romanos nacidos en la península como Trajano o Adriano, o pensadores como Séneca. 
  • Tuvo dos siglos de dominación visigoda, que dieron el código legal de Recesvinto y crearon las primeras estructuras funcionales de una sociedad más avanzada.
  • Sufrió una invasión musulmana, que se estableció en la península durante ocho siglos. Se recuperó con una Reconquista que duró cinco siglos, devolviendo la cultura previa evolucionada. 
  • Con una monarquía recién unificada tras la unión de las coronas de Castilla y Aragón, sin haber consolidado la idea de país, fue el imperio más grande de la tierra, extendiéndose a Europa, América y Asia bajo la dinastía de los Austrias. 
  • Convirtió el español ("la lengua de Cervantes") en la segunda lengua más hablada del mundo a nivel mundial. El propio Cervantes dio a luz el Quijote de la Mancha, una de las primeras novelas en la Historia mundial y la segunda más leída en la Historia. La producción literaria y artística de España es sin duda una de las mayores del mundo. 
  • Fue capaz de ganar, con apoyo de los Inglaterra, la guerra de la Independencia (1808-1814) a los franceses que recluyeron la entonces regencia y las cortes a Cádiz, y que llegaron a dominar la práctica totalidad de la península salvo Portugal.
  • Dio a luz la Constitución de 1812, la primera de España, de amplia inspiración liberal, que otorgaba derechos de nacionalidad española a los reinos de ultramar. 
Mientras que Inglaterra y Francia por distintas razones emergieron como potencias en la segunda mitad del siglo XVIII, España gestionó mal la conquista de América. De una parte, era un territorio demasiado grande. Además en la práctica no la colonizó (los criollos o españoles nacidos en América fueron la población blanca dominante mientras que fueron a América relativamente pocos españoles) mientras que Inglaterra sí colonizó Norteamérica con una fuerte inmigración desde Inglaterra y otros países europeos. Además, España malgastó los dividendos de América en mantener el imperio en Europa, que desapareció a partir de la desastrosa derrota en el Flandes belga. La mayoría de los reinos de ultramar se independizaron antes de 1830 y antes del fin del siglo XIX España es básicamente el territorio que hoy conocemos dentro de la península ibérica. 

España se consumió a partir de la segunda década del siglo XIX en una sucesión de regímenes que abolieron la constitución original de 1812, retornando a monarquías cuasi absolutistas, frecuentes pronunciamientos militares, restauraciones y luchas dinásticas que han jalonaron casi cien años de la historia de España hasta la Segunda República de 1931. La dualidad entre una élite liberal y culta y una mayoría casi analfabeta con una Iglesia católica prominente e incrustada en la sociedad y la política han dado origen a buena parte de los tópicos de la leyenda negra: casticidad, pundonor, arrogancia, incultura.

Pese a ser un país invadido por los franceses, España no estuvo presente en el reparto de Europa tras la caída de Napoleón, ni en la reordenación de Europa tras la primera y segunda Guerras Mundiales. En la última, España fue un país apartado y la masiva inversión de EEUU en Europa no llegó a España. Sólo a partir de 1960 y durante la Transición a la democracia a partir de la muerte de Franco en 1975, España se integró con normalidad al resto de las instituciones europeas y mundiales. 

Sin duda, la Transición fue un modelo de convivencia, pero su diseño en 1978 e implementación posterior plantaron la semilla de dos problemas diabólicos: un alcance inconcluso del contenido de los estatutos de autonomía, y una ley electoral que hace que la gobernabilidad del país dependa en la práctica de los acuerdos de los grupos entonces autonomistas (hoy cada vez más claramente independentistas), ante la situación de permanente desacuerdo en materias de Estado entre los partidos dominantes de izquierdas (Partido Socialista Obrero Español) y derechas (Partido Popular). Hoy la situación es todavía más compleja ante el avance de las agendas independentistas y la aparición de nuevos partidos de espectro nacional como Ciudadanos y Podemos. 

Llaman la atención mitos consolidados y estimulados por el control de los medios de comunicación y educativos bajo el auspicio político de la Generalitat.  Historias y relatos que refuerzan la identidad nacional catalana, como el himno "Els Segadors" en referencia a una revuelta de segadores en 1640 contra las tropas monárquicas, o "La Diada", en referencia al 11 de septiembre de 1714 cuando las tropas de Felipe V tomaron Barcelona que a su vez había tomado partido por el Archiduque Carlos como sucesor a la Corona de España en la guerra dinástica que ganaron los Borbones franceses a los Austrias del imperio de Habsburgo.  40 años de desarrollo de estos relatos sin un relato más sólido y convincente de España como realidad integradora de pasado, presente y futuro común pone en difícil solución la convivencia pacífica entre Cataluña y el resto de España.

Asumiendo que estamos sometidos a relatos o historias, al menos:
  • Que sean relatos que permitan la evolución y el progreso de la sociedad y sus ciudadanos, buscando agendas compartidas más que ahondando en las diferencias. 
  • Que estén insertados en un contexto global y por tanto sean relevantes para permitir que la sociedad avance en un mundo cada vez más globalizado. 
Si el lector desea conocer la historia de España, le recomiendo el libro "En defensa de España, desmontando mitos y leyendas negras" de Stanley G. Payne. 

También recomiendo escuchar el magnífico podcast sobre la historia de España  "Memorias de un tambor".

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